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2508-22: Liderar desde la coherencia: amar es legislar con justicia

2508-22

“El amor a la patria no se grita, se norma.”

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Toda arquitectura política se tambalea cuando olvida el principio rector de la unidad: la ley debe partir del respeto y orientarse al bien común. Gobernar no es legislar en abstracto ni administrar intereses; es ordenar desde el sentido de justicia y humanidad. El liderazgo que no logra sintetizar valores en normas, y normas en políticas públicas, se convierte en mero ejercicio técnico o, peor aún, en espectáculo ideológico. En la cultura política decadente, el amor al pueblo suele ser solo retórica. En cambio, la verdadera política se juega en traducir ese amor en acciones concretas, eficaces y equitativas. La ética pública no es sentimentalismo; es una ética del deber hacia todos, no hacia algunos.

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Donde de no hay amor, no hay ley

La política, cuando olvida el corazón, se vuelve fría; pero cuando olvida el orden, se vuelve caótica. Ni el cálculo puro ni la emoción desbordada pueden fundar un proyecto nacional sólido. En un país herido por el egoísmo institucional y las promesas vacías, urge volver al principio más elemental de toda comunidad: legislar para el bien de todos. Amar al Perú es también corregirlo, pero con criterio, con visión, con norma. La decencia no basta si no se regula; la indignación no construye si no se organiza. Por eso, el nuevo liderazgo no puede limitarse a conmover: debe comprometerse a poner reglas claras donde hoy reina el caos. La ley sin alma es autoritarismo; la pasión sin ley es populismo. Lo que necesitamos es gobernar desde la convicción de que cada norma debe ser una forma de amor estructurado hacia la Nación.


| La otra cara |

Amor sin justicia: la trampa de la emotividad política


En la narrativa política actual, muchos apelan al pueblo como objeto de amor, pero lo que vemos es el uso instrumental del afecto. Se enarbolan causas emocionales para desviar el foco de lo esencial: una ley justa, una política coherente, una administración honesta. Esta exaltación del cariño popular sin estructura institucional es una forma moderna de clientelismo emocional. Gobernar desde la emoción desbordada genera leyes efímeras, justicia selectiva y reformas inconsistentes. La Otra Cara del amor malentendido es el caos legislativo. El Perú necesita gobernantes que entiendan que legislar bien es una forma de amar con responsabilidad.


Normar es amar sin populismo


El político que ama realmente al Perú no necesita cámaras ni aplausos: necesita códigos, reglamentos, principios y firmeza. Gobernar no es contentar al público; es orientar al pueblo. El poder que se rinde a la popularidad traiciona el deber más sagrado: establecer justicia. Quien evita el conflicto para mantener la aprobación del momento, debilita la autoridad del Estado. La política se construye con firmeza de carácter y claridad normativa, no con gestos vacíos. Amar a un país es ser duro cuando se necesita, y justo siempre.


AFORISMOS

1. El amor a la patria no se grita, se norma.

2. Quien no es capaz de establecer límites, no está capacitado para gobernar.

3. La ley sin alma se convierte en tiranía; la pasión sin ley, en desastre.

4. Gobernar es amar con estructura.

5. Más que emociones, necesitamos convicciones normativas.

6. El verdadero populista abraza al pueblo para esquivarlo.

7. Ningún país crece solo con abrazos: necesita reglas.

8. El sentimentalismo es el opio de los nuevos caudillos.

9. El amor político sin justicia termina en abuso.

10. Una nación no se salva con discursos, sino con principios que se cumplen.


PROPUESTAS


• Reformar el proceso legislativo para exigir un análisis ético previo al técnico.

• Incluir criterios de justicia distributiva y sostenibilidad en toda política pública.

• Establecer un Código Nacional de Principios Éticos y Sociales como marco para normas y políticas.

• Crear un observatorio ciudadano de coherencia entre leyes y derechos fundamentales.

• Incorporar obligatoriamente módulos de ética pública y justicia en la formación de funcionarios.