2508-20
“En política no se premia al primero que llegó, sino al que actúa con justicia hasta el final”
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Uno de los mayores desafíos en la política es romper con la lógica de la supremacía cronológica: el que estuvo primero, el que tiene más años, el que ya hizo su cola. Pero en la verdadera transformación, lo que importa no es cuándo llegaste, sino si estás dispuesto a darlo todo hasta el final. La justicia política no premia antigüedad, sino compromiso. El cambio exige una lógica meritocrática sin envidia, sin mezquindades, y con sentido de propósito. El verdadero liderazgo integra a nuevos actores sin temor a perder protagonismo, porque entiende que la renovación no resta, sino que potencia.
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El tiempo no otorga privilegios: solo la entrega constante legitima
Durante años, el sistema político se ha sostenido sobre la base del privilegio acumulado. Yo llegué primero, yo tengo más experiencia, me lo merezco más. La justicia, en cambio, mira otra cosa: la entrega, la convicción, la capacidad de mantenerse firme cuando todos se rinden.
No se trata de premiar al que empezó antes, sino al que nunca dejó de creer. En este país, miles de jóvenes, de mujeres sin apellidos, de líderes barriales y emprendedores han empezado tarde, pero trabajan duro. ¿No merecen una oportunidad? ¿No cuentan sus méritos?
Hay que erradicar la lógica del resentimiento político, ese que no soporta ver que otro avance. Necesitamos una democracia que no tema al nuevo ni castigue al antiguo, sino que mida por compromiso. En la justicia política, la hora de llegada no define tu valor.
| La otra cara |
Los dueños del partido: los que creen que el país les pertenece por haber llegado antes
Siempre hay quienes se creen propietarios del cambio porque estuvieron desde el principio. Son los que se apropian de los movimientos, que usan su trayectoria como patente de corso. Pero la historia no les debe nada. Nadie es dueño del Perú por antigüedad.
La exclusión desde adentro es la más silenciosa. No ocurre desde el poder oficial, sino desde las jerarquías internas. Se reparten el poder entre los mismos de siempre, mientras los nuevos son puestos a prueba una y otra vez.
Si no corregimos esa lógica tribal, no habrá renovación real. No basta con cambiar de partido si seguimos repitiendo las costumbres del viejo.
Méritos, no memorias: hora de romper con el linaje político
En el nuevo Perú, nadie gana por currículum antiguo. Lo que vale es el presente. El que llegó primero, que enseñe. El que llegó después, que actúe. Pero que nadie se sienta superior por antigüedad.
Necesitamos romper con el linaje político: esos círculos que heredan cargos, influencia, poder y hasta aplausos. Hay que dar paso a los que merecen, no a los que heredan. No se trata de negarle espacio a nadie, sino de negarle privilegio a todos.
La nueva república será de todos, o no será. No hay espacio para celos ni resentimientos. Si alguien se sumó a la causa más tarde, pero lucha con más intensidad, merece su lugar. El futuro no tiene escalafón.
AFORISMOS
1. En política no se premia la llegada, se valora la entrega.
2. El país no es herencia: es proyecto común.
3. Quien reclama por haber llegado primero, ya no quiere servir, solo mandar.
4. El liderazgo que teme a los nuevos no es liderazgo, es miedo disfrazado.
5. No hay viejo político bueno si no abre espacio a nuevos líderes.
6. El compromiso no se mide por tiempo, sino por constancia.
7. El país no es un club con socios fundadores.
8. La política no es fila de mercado, es campo de acción.
9. Quien mira con envidia al que llega, ya perdió su causa.
10. Aquí todos valen: los que empiezan y los que perseveran.
PROPUESTAS
1. Reforma estatutaria de partidos para establecer rotación obligatoria de cargos dirigenciales.
2. Ley de acceso equitativo a candidaturas para jóvenes, mujeres y liderazgos nuevos.
3. Creación de una Defensoría del Militante para evitar exclusiones internas en los partidos.
4. Regulación obligatoria de elecciones internas abiertas en todos los niveles.
5. Campaña pública: El Perú no se hereda, se construye promoviendo participación sin jerarquías internas.