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2507-18: Misericordia que corrige: cuando la ley sirve al ser humano y no al poder

2507-18

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Una de las mayores deformaciones del poder es su uso para aplicar la norma con frialdad, como si el bien común se garantizara únicamente a través del castigo o la exclusión. Pero la verdadera autoridad no es la que se ampara en la ley para imponer, sino la que la interpreta con inteligencia ética, mirando al ser humano concreto. Gobernar bien es saber cuándo una regla protege y cuándo asfixia. La política no debe ser instrumento de dominación normativa, sino expresión viva de la justicia con compasión. Hay un principio esencial que se olvida en la tecnocracia punitiva: las personas están por encima de los sistemas. Y el servidor público no está para custodiar el sábado, sino para asegurar que el pan no falte cuando el pueblo tiene hambre.​



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"La compasión no anula la ley; la vuelve humana."


La norma por encima del hambre: la decadencia de la política sin misericordia

El absurdo se ha vuelto parte del día a día: multas a emprendedores por no tener una licencia imposible de conseguir, cierre de mercados por “reglamento”, trámites inhumanos para acceder a salud, exclusiones educativas por burocracia. Todo en nombre de la norma. Pero las reglas sin alma solo perpetúan la injusticia. La política no puede seguir sirviendo al sistema; debe volver a servir a las personas. Y eso exige una ética que priorice la vida sobre el ritual, la necesidad sobre el expediente, el rostro sobre el formulario. No es abolir la ley, es interpretarla con la sabiduría del que sabe que una buena norma no es la que castiga más, sino la que libera mejor. La nueva justicia política empieza con una pregunta valiente: ¿a quién sirve esto?


| La otra cara |

La trampa del legalismo: cuando la ley se vuelve un arma contra el pueblo


El Perú sufre no por falta de normas, sino por su uso abusivo. Los poderosos burlan la ley con abogados hábiles, mientras los pequeños son castigados sin piedad. La lógica legalista ha deshumanizado el aparato estatal. Se cumple el protocolo, pero se ignora el dolor. Se registra el expediente, pero se olvida a la persona. La justicia sin misericordia es una forma sofisticada de crueldad. El Estado necesita recuperar la compasión como criterio legal.


Más grande que el templo: el pueblo con hambre


El liderazgo auténtico entiende que hay algo más importante que el ritual: el ser humano. Y cuando el pueblo tiene hambre —de pan, de justicia, de paz—, no se le puede responder con jurisprudencia. Se le responde con presencia, con flexibilidad justa, con sentido común institucional. Porque toda ley que se aplica sin considerar la dignidad concreta se convierte en una forma de idolatría normativa. Y de esa idolatría, la patria ya está cansada.


AFORISMOS

1. Si una norma oprime más de lo que libera, no es justicia: es dogma al servicio del poder.

2. Gobernar es saber cuándo la ley salva y cuándo la ley asfixia.

3. El expediente no puede pesar más que la vida humana.

4. La compasión no anula la ley; la vuelve humana.

5. La verdadera autoridad interpreta, no repite sin pensar.

6. Ningún reglamento puede estar por encima del hambre.

7. El que aplica la ley sin alma, gobierna sin corazón.

8. El liderazgo ético no absuelve por debilidad, sino por justicia superior.

9. La norma debe servir a la vida, no someterla.

10. El derecho sin misericordia es castigo institucionalizado.


PROPUESTAS


• Crear el “Código Nacional de Justicia con Misericordia” para revisar normas inhumanas o ineficientes.

• Establecer “Defensorías Normativas” que protejan a ciudadanos vulnerables ante leyes desproporcionadas.

• Reformar la Ley de Procedimiento Administrativo General bajo criterios de equidad y humanización.

• Capacitar a jueces, inspectores y funcionarios en “ética de la interpretación” y no solo en aplicación mecánica.

• Incorporar a la Contraloría Social Ciudadana como órgano vigilante del uso abusivo de normas contra los más débiles.