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2507-15: El costo de la indiferencia: oportunidades ignoradas, consecuencias asumidas

2507-15

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Una sociedad puede acostumbrarse tanto al fracaso que ya no reacciona ni cuando se le extiende la mano. El problema no es solo el mal que se sufre, sino el bien que se ignora. En el ámbito político, las señales de cambio, reforma o mejora muchas veces son rechazadas por prejuicio, soberbia o cálculo. Pero ignorar lo justo tiene precio. Las ciudades y naciones que desprecian las oportunidades de transformación terminan lamentando no sus errores, sino sus rechazos. El juicio más duro no cae sobre quienes no pudieron, sino sobre quienes no quisieron. Y la historia —como el presente— se encarga de recordarlo con crudeza. Hay momentos donde el llamado ético toca la puerta. Y si se le cierra, no vuelve con la misma intensidad. Gobernar es también reconocer el tiempo de actuar y no desperdiciarlo.



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" El cambio no se ruega: se ofrece una vez, y luego sigue."


Cuando el cambio llama y nadie abre: ética del rechazo institucional

Hay decisiones que no se toman a gritos ni con encuestas. Hay momentos donde la verdad se presenta sin espectáculo y sin violencia, pero con claridad. Y muchas veces, se le ignora. Las ciudades, los partidos, las instituciones tienen un instante en el que se les ofrece redención: una reforma que puede doler, una crítica que puede incomodar, una voz que incomoda pero no miente. Si en ese momento la respuesta es el desprecio, el silencio o el cálculo, entonces lo que viene después ya no es castigo, es consecuencia. La política del desprecio ético ha construido una república ciega a sus oportunidades. Por eso la decadencia no siempre viene de la maldad, sino de la indiferencia cultivada. Y hoy, si el Perú quiere salvarse, debe aprender a no repetir la ceguera de quienes no supieron qué hora era en la historia.


| La otra cara |

Las ciudades que ignoran la verdad: el costo de despreciar la advertencia


Hay pueblos que se hunden no por maldad, sino por soberbia. Se les habla, se les corrige, se les señala con respeto, y no reaccionan. Luego se quejan de las consecuencias, como si no hubiesen tenido advertencia. La ética pública debe poner el dedo en esa llaga: no toda ruina viene del enemigo, algunas vienen de nuestra negativa a escuchar al justo. El Perú no está condenado. Pero si no escucha a tiempo, lo estará.


El silencio que condena: cuando la falta de respuesta es el peor error político


No siempre hay que gritar para decidir. A veces basta con quedarse callado y no hacer nada para cargar con la mayor culpa. El silencio institucional ante las reformas necesarias es un acto político, no una omisión. Ignorar una oportunidad de transformación es abrirle la puerta a la decadencia. Hoy, el liderazgo debe reconocer que no basta con no hacer el mal: hay que dejar de ignorar el bien que llama. Y rápido.


AFORISMOS

1. Cuando se desprecia el bien que llama, no se puede reclamar por el mal que llega.

2. El peor pecado de un país no es lo que sufre, sino lo que ignora.

3. El silencio frente a la reforma es un voto por la decadencia.

4. No se castiga lo que no se supo; se paga por lo que se rechazó.

5. La historia juzga más duramente la indiferencia que el error.

6. Si la verdad toca tu puerta y no la abres, prepárate a vivir con la mentira.

7. El cambio no se ruega: se ofrece una vez, y luego sigue.

8. La ética pública también es saber cuándo actuar.

9. Las oportunidades perdidas no se recuperan con excusas.

10. El que no quiso escuchar no puede luego exigir respuestas.


PROPUESTAS


• Implementar un sistema de alertas éticas nacionales que identifique riesgos por omisión o falta de reforma institucional.

• Aprobar una ley que obligue a responder públicamente informes críticos de Contraloría y Defensoría.

• Establecer auditorías sociales a planes de gobierno no ejecutados o despreciados sin justificación.

• Crear un “Indicador de Respuesta Ética” para medir la reacción estatal ante oportunidades de cambio.

• Promover una campaña ciudadana de concientización: “No esperes al desastre para actuar”.