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2503-20: Indiferencia política: el lujo de ignorar la pobreza

2503-20

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En el Perú, la pobreza no es invisible: es evidente. Pero el poder ha aprendido a convivir con ella, a normalizarla, a convertirla en parte del paisaje. Esa indiferencia es una forma de violencia política. Porque gobernar es hacerse cargo de la realidad, no maquillarla. El día que la política peruana decida mirar de frente el hambre, ese día empezará la verdadera transformación.

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"Quien no ve al pobre, no merece gobernar."

El abismo social: cuando el poder se acostumbra al hambre ajeno

Hay algo peor que la corrupción: la indiferencia. El poder político ha aprendido a convivir con la pobreza, a ver el hambre como parte del paisaje y a tratar la desigualdad como una estadística más. Esa normalización del dolor ajeno es el verdadero cáncer de nuestro tiempo.


El rico de la parábola no hizo nada directamente malo: no robó, no golpeó a Lázaro, no le cerró la puerta en la cara. Simplemente lo ignoró. Esa indiferencia, ese “no hacer nada”, es lo que lo condenó. En política sucede igual: no basta con no robar. Hay que actuar frente al sufrimiento ajeno.


Cada autoridad que pasa por un barrio sin agua y no detiene la caravana para preguntar, es cómplice. Cada ministro que firma un presupuesto sabiendo que condena a pueblos enteros a la miseria, es responsable. La pobreza no es una casualidad, es una decisión política. Y la indiferencia es la forma más elegante de ser cruel.



| La otra cara |

Política ciega: cuando el poder deja de mirar abajo


El poder, desde sus oficinas alfombradas, ya no ve la calle. No siente el calor del mercado popular ni la angustia de la madre sin empleo. Vive en un mundo de informes técnicos, cifras manipuladas y eventos protocolares. Esa ceguera voluntaria es la madre de la injusticia.


El Perú tiene dos realidades: la de quienes gobiernan y la de quienes sobreviven. Y esa fractura no es casual, es construida. Porque es más cómodo gobernar sin ver, sin escuchar, sin sentir. Pero un país gobernado desde la indiferencia es un país condenado a la rabia.



Política con ojos abiertos: el poder que baja a la calle


Gobernar es, antes que nada, mirar. No desde la comodidad de una oficina, sino desde la incomodidad de la calle. Un líder político tiene que oler la pobreza, pisar el barro, escuchar el llanto sin intermediarios. Solo así puede tomar decisiones reales.


La política de ojos abiertos es incómoda, claro. Porque obliga a actuar. Pero es la única política legítima. Un gobierno que vive de espaldas a su pueblo es un gobierno que ya está muerto. Y cada autoridad que aprende a ver, a sentir, a tocar la realidad, es un verdadero revolucionario silencioso.


AFORISMOS

1. La pobreza ignorada es pobreza provocada.

2. Gobernar es mirar de frente el hambre ajeno.

3. La indiferencia es la forma más elegante de la crueldad.

4. Quien no ve al pobre, no merece gobernar.

5. La política de ojos cerrados es la madre de la injusticia.

6. No basta con no robar, hay que actuar.

7. El poder que no mira, no sirve.

8. La verdadera política es incomodarse todos los días.

9. Gobernar es hacerse cargo del dolor ajeno.

10. La indiferencia es la primera forma de corrupción.


PROPUESTAS


    • Crear un Mapa Nacional de la Indiferencia, donde se registren las zonas con mayor abandono estatal y se obligue a cada ministro a visitarlas al menos una vez al año.
    • Establecer una Ley de Presencia Territorial Obligatoria, donde cada autoridad de primer nivel pase al menos un día al mes en comunidades vulnerables.
    • Promover un Gabinete de la Calle, donde el Consejo de Ministros sesione una vez al mes en una localidad pobre, con presencia directa de sus habitantes.
    • Crear una Oficina Nacional Contra la Indiferencia Política, encargada de monitorear y denunciar públicamente actos de abandono estatal sistemático.
    • Implementar un Observatorio Ciudadano de la Mirada Política, donde ciudadanos comuniquen si sus autoridades realmente conocen y visitan su territorio.